El último empujoncito

-"¡Vamos, que ya no queda nada!". -"Uno más, solo uno más". -"¡Venga, que ya viene!"
Y de repente, el último empujón, las sudorosas manos hacen girar la pluma con un sutil movimiento y Alberto Ruiz-Gallardón suspira aliviado: la sala de maternidad del Consejo de Ministros da vida a una nueva ley, la más polémica y restrictiva con el aborto en 30 años. 

Todos huelen igual de mal

Una de las características principales de las redes sociales es que cada publicación está condenada a flotar indefinidamente en el universo de la red. O como diría Rusell Crowe, "lo que escribimos en Twitter tiene su eco en la eternidad". Así, las meteduras de pata y las continuas contradicciones que políticos, periodistas, economistas e intelectuales de todos los ámbitos han cometido, han creado el fenómeno de la ciber-hemeroteca. Aparte de Hermann Terstch -cuyo caso es digno de ser estudiado por Jane Goodall-1, el último caso de caracteres sublevados se ha dado en la cuenta de Ignacio González. Al Presidente no electo de la Comunidad de Madrid lo han dejado como al emprendedor americano después del Crack del 29: solo, con los bolsillos vacíos y del revés y sin ningún apoyo en su partido ni entre los ciudadanos. Al mes de tomar posesión del cargo, Ana Botella le regala un Madrid Arena. Poco más tarde, se destapa su matrimonio de conveniencia con Enrique Cerezo, ático en Marbella de por medio. En marzo, rebosante de felicidad, el Secretario General del PP de Madrid twitteaba "Eurovegas y la candidatura olímpica son los mejores ejemplos del gran futuro que tiene la Comunidad de Madrid"2. Dicho y hecho. En vez de encauzar su buque a la deriva, acabó por naufragarlo. Jaque mate.

Dulce Navidad

Supongo que habremos llegado ya al ecuador de las Navidades. Supongo también que a ustedes les pasa como a mí, y no tienen ni idea de cuando empiezan ni dejan de empezar. Cada año vienen antes, eso es cierto. Las tímidas y penosas luces colocadas del modo más cutre posible en nuestras calles y los catálogos de El Corte Inglés son un pequeño anticipo. Después llega el segundo plato: latosos anuncios de jugueteras, cuyos publicistas deberían ser encarcelados por tan execrables campañas. El postre lo disfrutarán sus tarjetas de crédito durante la temida cuesta de Enero, aunque este año venga sin cartucheras -toca ahorrar hasta en grasa corporal-.

¡Oh capitán, mi capitán!

Desmond Tutu describe así a Nelson Mandela: “su mayor cualidad es la magnanimidad”. Su inconmensurable grandeza solo merece un homenaje así, enorme, del tamaño del réquiem inacabado de Mozart. Inacabado. Como su obra, a la que privaron de más tiempo en el escenario, a la que robaron su capitán.